lunes, 22 de febrero de 2016

Por falta de tiempo

Estimado lector-a,

El pasado fin de semana, me ha sorprendido ver a algunas familias disfrutando del espectáculo maravilloso de los almendros en flor. Me ha dado que pensar el hecho de que tengo la suerte de vivir rodeado de esa belleza y, hasta ahora, no me había parado a contemplarla. Esto me ha llevado a reflexionar sobre la cantidad de maravillas que me debo haber perdido a lo largo mi vida, simplemente por no haberme parado unos minutos a hacer algo tan sencillo como mirar. No sé, estos mismos espectáculos que nos brinda la naturaleza, la sonrisa de un niño, un amanecer, una mirada, un apretón de manos que te llega efusivo y no lo notas, un abrazo, un beso y tantas cosas mas. A veces pienso que si fuéramos capaces simplemente de dedicar una hora al día a nosotros mismos, a hacer algo que nos guste, que nos enriquezca espiritualmente, seríamos mucho mas felices. Pero ya sabes, entre el trabajo, que a veces nos tomamos mas como una obsesión que como una forma de ganarnos la vida, las obligaciones familiares, que mejor no comento, y un sin fin de compromisos que muchos llaman varios y yo llamo tontos, no nos queda ni un ratito para nosotros.
Yo me he hecho el propósito de hacer todo aquello que me apetezca. Es evidente que no lo voy a conseguir del todo, pero bueno, algo haré ahora que el trabajo ha dejado de ser una obsesión, no por nada, si no porque como ya os he contado, me acabo de jubilar. Ah, y prometo firmemente no volver a perderme una floración de los almendros. Por cierto, imagináis lo que debe ser meterse con un libro en la mano entre los almendros y leer un rato envuelto por el aroma de las flores. Pues, lo voy a hacer y os lo cuento.

Quedar en paz





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