viernes, 11 de marzo de 2016

Historias del antiguo Egipto. La Reina Hereje

Estimado lector-a

Siguiendo con las historias del antiguo Egipto, hay una maravillosa que es una mezcla de amor, intrigas, religión y sobre todo, una lucha entre el poder tradicional y la fuerza de la juventud. Los protagonistas son Amenhotep IV, llamado después Akhenaton y su bellísima esposa, la reina Nefertiti. Te resumo la historia de esta pareja.

Nefertiti era una maravillosa muchacha de belleza extraordinaria. Vivía junto a su padre, el sabio Ay, en la corte del poderoso faraón Amenhotep III y su esposa, la reina Tyi. Los reyes tenían un hijo, Akhenaton, que ya desde muy niño empezó a inquietar a sus padres. En lugar de gustarle jugar con los críos de su corte o perseguir a las bellas muchachas que poblaban su palacio, se encerraba días enteros con sus maestros leyendo viejos papiros. Mantenía discusiones interminables con los sacerdotes de Amon sobre el culto a este dios y, ante el estupor de estos, les rebatía sus enseñanzas y se mostraba favorable al culto de un solo dios, Aton. Al mismo tiempo que esto sucedía, Nefertiti también era educada por su padre en el culto al dios solar único.

Una mañana, Nefertiti fue llamada a la presencia de la reina Tyi. Cuando llegó a los aposentos privados de la reina, se postró respetuosamente ante ella. Tyi, una mujer no muy bella pero muy inteligente y de origen humilde, le ordenó que se levantara y se sentara junto a ella. Después de un rato de conversación, la reina comunicó a la joven que por recomendación de su padre había decidido nombrarla una de sus damas de compañía, por lo que en adelante viviría en unos aposentos cercanos a los suyos y se dedicaría en exclusiva a su servicio. Nefertiti agradeció a la reina el honor que le otorgaba y desde aquel día se convirtió en alguien imprescindible y muy querido para Tyi.

El príncipe Amenhotep, hijo de Tyi, era un muchacho débil pero dotado de una gran inteligencia. Rechazaba su adiestramiento en las artes de la guerra y prefería encerrarse en sus aposentos  para leer viejos pergaminos sobre el culto a Ra, el dios sol. Su padre, el rey, estaba muy preocupado porque veía que su hijo no iba a ser capaz de mantener unido el Reino de las Dos Tierras, procurando que Maad, la diosa de la justicia, imperara en su reino. Una tarde, sentado junto a su esposa en los jardines de palacio, el Rey se lamentaba de la debilidad de su hijo y de su poco interés por los asuntos de estado. La reina lo tranquilizaba diciéndole que tan solo era un muchacho y que cambiaría.

Una tarde, el príncipe decidió acudir a los aposentos de su madre a rendirle visita. Al entrar en el jardín, contempló asombrado a una muchacha bellísima sentada junto a una fuente y con unos pergaminos en sus manos. Morena, de grandes ojos oscuros levemente maquillados con lapislázuli, la muchacha irradiaba paz y mientras leía esbozaba una maravillosa sonrisa. El príncipe se acercó con sigilo a la muchacha y le preguntó quién era. Nefertiti sobresaltada se postró a los pies del príncipe y le contestó que era una de las damas de la reina. Amenhotep, le tomó una de sus manos y la ayudó a incorporarse. Cuando los jóvenes se miraron, una sensación placentera les inundó. Comenzaron a hablar y el Príncipe se fijó con asombro en los pergaminos que leía Nefertiti que eran algunos de los que él mismo había estudiado con su maestro Ay, padre de la muchacha. Y así, conversando sobre las glorias de Aton les anocheció. Nefertiti, se excusó con el príncipe y marchó corriendo del jardín, dejando ensimismado al muchacho.

Días después, el Rey llamó a su hijo a su presencia. El Príncipe, intrigado por la llamada de su padre, salió de sus aposentos y se dirigió a el salón del trono, pensando en qué reprimenda le daría su padre esta vez. Para nadie en la corte era un secreto que el Rey y el Príncipe tenían poco en común y eran muy frecuentes las discusiones entre ellos. Al entrar en la sala, el Príncipe se sorprendió por la presencia de su madre junto al Rey su padre. Respetuosamente se inclinó ante ellos y se sentó en uno de los sillones de la sala. El Rey una vez que los sirvientes llenaron sus copas con vino rebajado con agua, les mandó que se retiraran para hablar a solas con su hijo. Una vez solos, explicó al Príncipe que la Reina ý él, creían conveniente que eligiera una esposa  que le diera hijos y garantizará la continuidad de su dinastía. El Príncipe ante las palabras de su padre no pudo evitar recodar a Nefertiti, la maravillosa muchacha que había conocido días antes. Sin dudarlo lo más mínimo, pidió a sus padres que fuera ella su esposa. El Rey preguntó a la Reina quién era esa muchacha y esta le explicó que era una de sus doncellas e hija del sabio Ay. El semblante de Amenhotep III se alegró al pensar que su hijo había hecho lo mismo que él en su tiempo, elegir a su mujer con el corazón.

Esa misma tarde, el Príncipe acudió al jardín donde se veía con Nefertiti. Al llegar junto a la fuente allí estaba ella, esperándole mientras leía. Al llegar junto a su lado, esta vez fue él quién se arrodilló y le pidió que fuera su esposa. Nefertiti, enamorada en secreto de su Príncipe no lo dudó y le abrazó como respuesta.

Pues bien, esta es la pareja que años después, cuando reinó en Egipto, consagró el culto al dios Aton, la primera religión monoteísta de la historia. Como ocurre con cualquiera que se enfrente al poder establecido su camino fue duro, pero consiguieron imponer su fe y su amor a las presiones del ejercito encabezado por un tal Horemberg, influido a su vez por los sacerdotes de Amon que veían peligrar sus privilegios. Consiguieron incluso fundar su propia ciudad muy cerca de la actual Amarna, en la que según la tradición siguió viviendo Nefertiti a la muerte de su esposo, quedando como su única habitante hasta su muerte.

Por cierto, todavía no se han encontrado las tumbas de esta pareja real. Recientemente, una empresa española ha realizado un estudio mediante un sistema de escaneado de la tumba de Tutankamon, sucesor de Akenhaton, descubierta por el famoso egiptólogo Howard Carter . Pues bien, se ha observado que existen dos cámaras todavía si abrir en esta tumba. El egiptólogo inglés Nicholas Reeves sostiene que en una de esa cámaras está enterrada Nefertiti. ¿Os imagináis lo que puede significar para los que amamos la egiptología que esto sea así?. Pues nada, vamos a ver en que queda todo esto.

Quedar en paz




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