viernes, 15 de abril de 2016

Arden las bibliotecas

Estimado lector-a,

Supongo que cuando hayas leído el titulo de esta reseña te parecerá que he perdido el norte. Puedes estar tranquilo-a, todavía no me ha ocurrido, aunque con los tiempos que corren, no pierdo la esperanza. En realidad voy a contarte la historia de una sucesión de despropósitos que abarcan mas de dos mil años de antigüedad.

Como sabes los primeros escritos eran de papiro y este material dio paso al pergamino, que se utilizó hasta la llegada a Europa del papel, invento chino que llegó a nosotros gracias a comerciantes como el archiconocido Marco Polo. Pues bien, desde 2500 años antes de Cristo ya se conocen las primeras bibliotecas. Lo curioso es que todas ellas, de una u otra manera fueron destruidas por los enemigos de sus creadores. Parece ser que cuando un invasor entraba en una ciudad lo primero que hacía era quemar sus libros y asesinar a sus gentes. Es realmente curioso el miedo a los libros que siempre han tenido los violentos de cualquier época y condición. Es como si el saber para el ignorante  fuera un arma mas poderosa que cualquier otra.

Jorge Luis Borges que, como ya he comentado otras veces era un ferviente amante de las bibliotecas, en uno de sus cuentos escritos en 1941, imaginó una biblioteca universal en la que estuvieran reunidos todos los libros producidos por el hombre. Sin duda este modelo literario se acerca mucho a lo que parece que fue la gran biblioteca de Alejandría. Esta biblioteca fue fundada al inicio del reinado de los Ptolomeo en Egipto. Se calcula, de una forma un tanto optimista, que llegó tener nada menos que 700.000 volúmenes en todos los idiomas conocidos en la época y sobre todas las materias. ¿Te imaginas si todo ese saber hubiera llegado hasta nosotros?. Posiblemente el progreso de nuestra sociedad actual hubiera sido mucho más rápido y eficaz. Lo curioso de la destrucción de esta biblioteca es que, en contra de lo que se ha creído hasta hace poco, su destrucción no fue obra de un solo sujeto, si no que durante varios siglos pusieron su granito de arena desde Julio César, al parecer autor del primer incendio, pasando por Cleopatra y sus esbirros, los cristianos de la época del patriarca Teófilo, muy preocupado por la ortodoxia cristiana( y a mí que eso me suena), y por último los musulmanes, que al parecer destrozaron todo lo que no fuera el Corán (pues me sigue sonando esto de algo). Me sigue resultando curioso que gentes tan dispares se unan como una piña a lo largo de los siglos para destruir el templo del saber alejandrino.

Lo malo de esto es que la biblioteca de Alejandría no fue la única destruida a lo largo de los siglos. Voy a detallarte brevemente algunas de esta barbaridades:

En 1975 se encontraron en Ebla (Siria) más de 20.000 tablillas pertenecientes a una biblioteca creada en el año 2500 A.C. En Nínive (Irak), también se hallaron en 1842 otras 20.000 tablillas. En Tebas (Egipto) también se creó hacia 1250A.C. una biblioteca sagrada o casa de los libros, ya desaparecida. En Persepolis (Irán), se hallaron 30.000 tablillas procedentes de una biblioteca creada por Darío I y destruida nada menos que por Alejandro Magno. Y así todas y cada una de las bibliotecas griegas y romanas fueron cayendo victimas de la barbarie. Ya en la época moderna, en Yucatán (México), frailes españoles destruyeron todos los códices aztecas y mayas que se pusieron a su alcance. En Washington, en 1814, los ingleses incendiaron la biblioteca del congreso en plena guerra de independencia americana. Y ya recientemente, tuvimos que acudir al incendio de la biblioteca de Bagdad ante la pasividad de las tropas americanas o la de El Cairo que albergaba 200.000 documentos sobre la historia del antiguo Egipto. Por cierto, en esto los nazis no quisieron ser menos y el ministro de propaganda Goebbels, quemó en 1933 en la Bebelplatz de Berlín una gran cantidad de libros únicos.

En fin, un desastre. Ya ves que eso de quemar libros es asombrosamente frecuente en la historia mundial. Para desentumecer un poco la tensión que me ha creado escribir sobre tanta barbarie, te recuerdo otra quema de libros, esta imaginaria, la de los libros de caballería de Don Quijote en el corral de su casa, mano a mano entre el cura y el bachiller Sansón Carrasco.

Por último te recomiendo que leas muchos libros, porque me temo que los bestias no se han extinguido y cualquier día nos llega uno y se dedica a darle al fuego. Por lo menos que la barbarie nos pille leídos, ¿no te parece?.

Quedar en paz


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