Una de las tertulias literarias más antigua fue la romántica. Me refiero a la tertulia El Parnasillo, celebrada en la España de 1830 en el ya desaparecido Café del Príncipe. En esta tertulia tuvo su origen el Romanticismo español, movimiento literario que como sabéis tenía una interpretación un tanto melodramática de la existencia y elevaba el amor(sobre todo el no correspondido), a la categoría de culto. El Café del Príncipe (antiguo corral de comedias) se situaba junto al Teatro Español, en el madrileño barrio de las letras y en la calle del mismo nombre. Allí se daban cita escritores de espiritu romántico como José Espronceda, José Zorrilla, Juan Donoso Cortés, Juan Bravo Murillo, Fermín Caballero y otros muchos. También acudían empresarios teatrales como Juan Grimaldi y una pléyade de actores y jóvenes literatos que intentaban vender sus creaciones.Resulta curiosa la descripción que hace del café el periodista Mariano José de Larra(el autor entre otros del artículo titulado "Vuelva usted mañana" de rabiosa actualidad a pesar de los años):
"Es un lugar reducido puerco y opaco. Su mobiliario lo forman doce mesas de madera de pino pintadas de color chocolate y las sillas correspondientes. La iluminación es escasa, con una lampara de candilones en el techo y media docena de quinqués en las paredes."
Está claro que literatura y abundancia no andaban de la mano hasta la llegada reciente de las macro-editoriales y las adaptaciones cinematográficas.
Las veces que he tenido la suerte de pasear por el barrio de las letras de Madrid, he imaginado a aquellos humildes escritores deambulando por sus calles en pleno invierno tapados con un abrigo raído y una bufanda de lana, de vuelta desde el café a cualquier fría habitación de una humilde pensión. Es curioso que la obra de muchos de estos hombres haya pasado a la posteridad y a ellos ni siquiera les sirviera para vivir dignamente.
Siguiendo con lo de las tertulias literarias, no se puede dejar de nombrar al conocido café Gijón, situado en pleno centro de Madrid. Fundado en 1888, se hizo famoso gracias a las tertulias improvisadas que se organizaban a diario, de los más diversos temas, sobre todo de pintura, literatura, cine y toros. En sus sillas han pasado largas horas personajes como Federico García Lorca, Gerardo Diego, Benito Pérez Galdós o Valle Inclán, y otros estuvieron más de paso, como Dalí. Hubo un tiempo en el que todos los actores que buscaban un lugar en alguna de la obras de teatro de Madrid tenían como paso obligatorio este café, donde se han firmado muchos contratos. E incluso en sus salones han estado sentados Franco, Santiago Carrillo y Saddam Husseim (para mi gusto estos personajes no le han dado nada de prestigio al café, pero bueno, nombrados quedan).
Tras la guerra civil el Gijón retomó su actividad y algunos personajes influyentes lo eligieron para sus tertulias de las tres de la tarde, como César González Ruano y Camilo José Cela, quien describiría años después cómo era la vida de aquel Madrid de miseria y tertulia en su novela La colmena. Francisco Umbral también frecuentó durante muchos años el café y hay quien dice que se inspiró en los personajes variopintos que lo frecuentaban por la noche para construir algunos de sus relatos. Todos los que hemos amado y amamos la obra de estos genios no podemos menos que agradecer a esos cafés que fueran el caldo de cultivo que las generó.
Actualmente se están reactivando las tertulias literarias. La verdad que en estos tiempos de prisas, redes sociales y chateos, se agradece que un grupo de amantes de los libros se reúnan para debatir sobre sus lecturas. Creo que no sería mala idea crear una tertulia entre los que me leéis y el que esto escribe. Si os animáis aquí me tenéis, abierto a cualquier sugerencia.
Quedar en paz
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