Para los que amamos los libros es un autentico placer bucear en la historia de uno de los más grandes inventos de la humanidad, la imprenta. El invento de la impresión mediante caracteres móviles en Occidente es atribuido al alemán Johann Genfleisch zur Laden, conocido como Gutemberg. Y digo en Occidente porque los chinos ya utilizaban la imprenta varios siglos antes (para que algunos hablen de la supremacía de la cultura occidental). Sin embargo, el invento de Gutemberg no sirvió para popularizar los libros, en realidad lo que se hacía era imprimir las mismas obras que anteriormente copiaban los monjes a mano.
El auténtico padre de la edición de libros actual tal y como la conocemos fué Aldo Manuzio, el viejo; (1449-1515). Impresor y humanista italiano, considerado el primer editor literario de la Historia, Fundó una imprenta en la que publicó más de 40 volúmenes en tres años. En 1500 inventó el carácter inclinado, llamado aldino o itálico; creó también el formato en octavo. También fue el inventor del libro de bolsillo, lo cual entra de lleno en el terreno de la innovación empresarial.
A partir de ahí comenzaron a circular por Europa sus famosos "octavos", que era una auténtica innovación en los volúmenes destinados al estudio de los humanistas. Esta innovación de Manuzio constituyó una auténtica revolución no sólo tipográfica, sino también cultural, ya que, a partir de la producción masiva de "octavos", el legado de los clásicos quedaba al alcance de una gran masa de lectores.
Sustituyó los lujosos materiales empleados en la encuadernación de los códices medievales por cubiertas elaboradas con pasta de papel o cartón; consiguiendo así, ejemplares menos costosos.
De la imprenta de Manuzio salieron cerca de ciento cincuenta títulos; sobre todo, ediciones príncipes de Aristóteles, Platón, Ovidio, la comedia y la tragedia griega, pero también, novedades contemporáneas de poetas como Pietro Bembo o el mismísimo Erasmo de Rótterdam.
Las innovaciones de Aldo Manuzio marcaron un punto de inflexión en la todavía incipiente historia del libro impreso, hasta el extremo de que la filología posterior reservó el nombre de incunables para referirse a cualquier volumen impreso desde la invención de la imprenta por parte de Gutenberg hasta el año 1500. Se aludía con ello a que estos primeros impresos estaban todavía en la cuna o infancia de las artes tipográficas, y que, a partir de la creación de los caracteres aldinos o itálicos, las técnicas de impresión habían alcanzado ya su etapa de madurez. Se habla, también, de edición aldina para aludir a todos aquellos ejemplares salidos de los talleres venecianos regentados por Manuzio y sus descendientes.
En su infatigable labor intelectual, Aldo "el Viejo" no se conformó con imprimir y difundir el legado de los clásicos, sino que congregó en torno a sus talleres a lo más selecto de la erudición europea de finales del siglo XV e inicios del XVI. Fundó, en Venecia, la Academia de Expertos en Literatura Griega o Nueva Academia, más conocida como Academia Aldina entre los que formaron parte su posteriormente gran amigo Erasmo de Rotterdam.
Por lo tanto querido lector-a, a partir de ahora cuando pensemos en la imprenta como un invento decisivo para la cultura, vamos a dedicar un recuerdo a este italiano genial gracias al cual podemos disfrutar del placer que nos da un libro en las manos.
Quedar en paz
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