martes, 15 de noviembre de 2016

Rezar por Miguel Ángel

Estimado lector-a,

Acabo de concluir la lectura de "Rezar por Miguel Ángel", la segunda novela de la trilogía que sobre el Renacimiento está elaborando Christian Gálvez. Si la primera, dedicada a Leonardo da Vinci, me gustó mucho, esta casi te puedo asegurar que me ha gustado más. Te hago un resumen del argumento y te sigo comentando:

"Europa, siglo XVI. El descubrimiento de un nuevo mundo pone en evidencia a las Sagradas Escrituras. Nuevas tierras y razas que no aparecen en la Biblia tambalean los cimientos del cristianismo mientras Martín Lutero se enfrenta a la Santa Sede y provoca un cisma con terribles daños colaterales. La Florencia de los Médici verá partir a un joven Michelangelo Buonarroti, llamado por los Estados Vaticanos, donde alcanzará la gloria en la Ciudad Eterna. Mediante cincel, pigmento y carácter creará su propia leyenda mientras el mundo conocido no volverá a ser el mismo. Mientras, al otro lado del Mediterráneo, el hijo de Juana I y Felipe el Hermoso accederá al trono de España y se convertirá en el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, lo que supondrá un gran problema para la Francia de Francisco I y la Roma de Clemente VII. Michelangelo Buonarroti creará. Carlos V destruirá. Clemente VII rezará. Y la Iglesia Católica cambiará para siempre."

Esta novela nos deja páginas inolvidables en las que intervienen, junto a Michelangelo Buonarroti , genios fundamentales en la historia, como Copérnico, Rafael, Maquiavelo y su eterno admirado enemigo, Leonardo da Vinci.

Resulta muy curiosa la conspiración, a la que alude el autor, de Lorenzo de Medici contra el papa Alejandro VI, en venganza por el atentado sufrido por el florentino e instigado desde Roma. Por cierto, corrió el rumor en la época que el Medici escapó lanzándose desde la cúpula de la catedral con unas alas construidas por Leonardo da Vinci. La venganza fue sutil y tremendamente inteligente. El Medici como signo de buena voluntad envió al papa a sus mejores artistas para que decoraran la capilla Sixtina. Lo que no imaginaba el pontífice es que los artistas tenían instrucciones de representar en sus obras algunas de las mas perseguidas herejías de la época. El mismo  Michelangelo Buonarroti plasmó varias en la bóveda de la capilla. Por ejemplo representó como centro del universo al Sol y no a la Tierra y, algo todavía más sutil, pintó a Adán con ombligo, como mensaje de que no había sido el primer hombre en la Tierra.

También se hace mención en la novela a la historia que rodea a la creación de la estatua de David. En 1463 las autoridades florentinas encargaron al escultor Agostino di Ducio una gran estatua que debía colocarse en los contrafuertes de la catedral. El artista acudió a las canteras de Carrara(todo el mármol que utilizó nuestro protagonista era de estas canteras) y adquirió un enorme bloque de mármol. Pero después de empezar la obra se sintió incapaz de realizarla. El bloque de mármol permaneció en un almacén cuarenta años hasta que Miguel Ángel aseguró que era capaz de realizar la obra. Meses después presentó al mundo su maravilloso David. Cuando le preguntaron cómo había estado tan seguro de poder hacerlo. Contestó que esculpir era sola quitar de un bloque el mármol que sobra para sacar al exterior la figura contenida en su interior. Bonita alegoría, ¿verdad?.

Pues termino, no sin recomendar la lectura de este libro. Merece la pena sumergirse de su mano en el Renacimiento.

Quedar en paz


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