viernes, 11 de noviembre de 2016

De mis soledades

Querido lector-a,

Se ha escrito mucho sobre la soledad. Tal vez sea porque una buena forma de combatir un problema es escribir sobre él. Y sí, no tengo duda, para mí la soledad es un problema de los más graves que aquejan al mundo moderno. Cada día somos más los que estamos permanentemente conectados a cualquier otra persona, se encuentre donde se encuentre. Las tan manidas redes sociales nos permiten saber lo que hacen en cada momento nuestros amigos y hasta los que no lo son. Pero, ¿de verdad esta conectividad casi salvaje nos permite no sentirnos solos?. Me temo que no. Hace unos días leí una encuesta que vaticinaba que en un futuro muy cercano, una de cada tres personas vivirá sola. Creo que esto puede ir incluso contra la propia naturaleza del ser humano, un animal claramente gregario.

Está claro que el primer paso para resolver un problema es reconocer que existe. Y aquí chocamos con esos que se declaran solitarios por elección. Pues mira, yo creo que eso es una pose. Los únicos que elegían la soledad eran los eremitas y nunca por el placer de estar solos, si no para conseguir la salvación de su alma. Por lo tanto vamos a dejarnos de tonterías y a llamar a las cosas por su nombre. Tengo muy claro que muchas soledades no son producto de la casualidad, si no que son fruto de una vida llena de dificultades. Vienen a mi memoria esos niños acosados que ahora, por fin, son tenidos en cuenta y que, en muchos casos, se terminan convirtiendo en adultos solitarios. En general cualquier ser humano distinto, ya sea por motivos sexuales, ideológicos, físicos o cualquier otra causa, es un firme candidatos a la soledad.

Creo que todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido solos. Y sin duda la peor soledad y la más frecuente es la que se vive rodeado de gente. ¿Quién no ha sentido alguna vez la cercanía física de muchas personas y la lejanía espiritual de esas mismas personas?. Es muy duro por ejemplo sentirse solo ante un problema grave y ser consciente de que, o lo resuelves tu, o te terminará venciendo. Durísima también la soledad que siente un enfermo en un hospital rodeado de extraños que, centrados en su trabajo, no se dan cuenta que tumbado en la mesa de operaciones de un quirófano o en la cama de una U.V.I. hay un ser humano que sufre una gélida soledad.

Muchas veces me pregunto cuál es la mejor forma de combatir la soledad. Lo tengo claro, todo lo que no sea relacionarse con los demás, son paños calientes. Te puedes refugiar en una pasión, (en mi caso ya sabes, mis libros), o tratar de auto convencerte de que solo estás mejor. Todo inútil, llega un momento en que la soledad se te clava en el alma.

Por lo tanto, hoy mi mensaje es claro, " solitarios del mundo, salir a la calle y buscar alguien con quién compartir cosas, momentos, vivencias".

Siento de verdad que mi escrito de hoy trate un tema tan amargo como este. No sé, tal vez a veces el miedo a sentirte solo te saca estas elucubraciones.

Quedar en paz y espero que bien acompañados



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