martes, 29 de noviembre de 2016

Un sueño quijotesco

Estimado-a lector-a,

Anoche tuve un sueño del que me dolió enormemente despertar. Te cuento lo que recuerdo porque, como sabes, Freud dejó escrito en su magistral obra "La interpretación de los sueños", que el último proceso onírico que realiza el cerebro antes de despertar es tratar de que la conciencia despierta recuerde la menor parte posible del sueño:

Soñé que me hallaba durmiendo apoyado en el tronco de una encina. Al despertar y mirar a mi alrededor, me vi rodeado de una extensa planicie bañada por un sol intenso. El silencio sólo era roto por un viento suave y seco. Cuando pude adaptar mis ojos a la cegadora claridad, vi venir hacia mí dos jinetes con paso cansino. Uno de ellos iba a lomos de un caballo con más huesos que carne y el otro subido en un jumento que aparentaba algo más de salud. El caballero apenas se tenía en la cabalgadura y su aspecto inspiraba una mezcla de temor y risa. Iba armado con una lanza enorme para Él y una armadura oxidada. Pero lo más gracioso es que se tocaba con un casco que más parecía bacina de barbero que yermo de soldado. El usuario del jumento era un individuo sobrado de carnes, con barba de varios días y unos ojillos que lo miraban todo con desconfianza.

Cuando llegaron a mi altura, el Caballero me dijo:

-¿Qué hace vuestra merced en medio del campo y vestido de esas trazas tan raras?-. Me di cuenta que mis ropas todavía eran las que lucía en mi vida normal del siglo XXI y, todavía no me podía explicar cómo de repente me hallaba, a juzgar por la pinta de la extraña pareja, en el siglo XV o XVI.
Saludé con una inclinación de cabeza y me presenté con mi nombre y apellidos.

El otro sujeto le dijo al que parecía su señor:
- ¿ Cree Ud. mi señor Don Quijote que nosotros traemos pintas para recriminar a nadie la suya?-. Cuando oí al que sin duda era Sancho llamar Don Quijote a su compañero, un estremecimiento me agitó. No puede ser, me dije, que el destino me haya puesto junto a los personajes más maravillosos creados por un escritor.

Don Quijote contestó:

-Tiene toda la razón mi fiel escudero, maese López, ruego que disculpe mi atrevimiento y mi mala educación al no presentarme debidamente. Mi nombre es Don Quijote de la Mancha y me dedico a la caballería andante.- Dicho lo cual se quitó el casco y me obsequió con una no demasiado elegante inclinación de cabeza.

-Y, ¿a donde se dirigen vuestras mercedes?-, pregunté-, créanme, ando un tanto despistado y no se muy bien donde me hallo-.

Sancho, con un tonillo de pícara socarronería, contestó:

-Pues está Ud. en el reino de las Españas, y en una parte de él que llaman la Mancha, ignoro el por qué. Mi señor Don Quijote y yo nos dirigíamos a un lugar que Él llama castillo y yo venta, en el que refocilarnos con una buena comida y yo si se tercia con una moza a la que nombran Maritornes y que me hace ojuelos.- Al reír descubrió una dentadura no demasiado cuidada y sus ojillos se iluminaron.

-Pues si no les importa, le acompaño y tengo el gusto de invitarles a la comida.- dije yo,- en cuanto a la moza mejor se ocupa Ud. Sancho.-

-Albricias mi señor- contestó Sancho dirigiéndose a don Quijote- por fin alguien que nos regala y no nos apalea-.

Don Quijote, con mucha sobriedad agradeció la invitación y juntos emprendimos la poco más de una legua que nos separaba de la venta-castillo. Al llegar, salió a recibirnos el supuesto señor del castillo, en realidad un grueso mesonero con un delantal en el que un buen arqueólogo encontraría manchas de tiempos inmemoriales. Pasamos al comedor, nos sentamos en una mesa de madera y acudió presta a servirnos la tal Maritornes. La aguerrida moza miró a Sancho y con poco disimulo le guiñó un ojo con picardía. El escudero me miró y dijo:
- Créame maese López que si no fuera yo tan aficionado al buen yantar, presto dejaría esta mesa y me aprestaría a saciar otros apetitos.- Don Quijote con gesto airado lanzó una colleja a su escudero que a punto estuvo de dar con Él en tierra. - Perdone vuestra merced a este garrulo que tengo por escudero. Por más que lo intento no consigo llevarlo al buen camino.-

-Descuide, caballero-, contesté yo- y si no le importa haga vuestra merced lo honores y pida los yantares que guste.
-Así será- contestó el hidalgo llamando a la guerrera camarera.

- El primero, que sea una olla podrida que admite mil ingredientes, siendo por tanto poderosas que no podridas. Esta es la olla que está presente en la mesa de los ricos, en los conventos y abadías, y más menguada en casa de los pobres.- Y a continuación, puesto en pie, don Quijote recitó la siguiente loa a la olla podrida:


Ya la sopa presentan en la mesa,
de excelente comida anuncio cierto,
dorada, sustanciosa, ¡oh cual exhala
el olor de la vaca y de torreznos!
Jugo de vegetales es su caldo,
y de gallina menudillos tiernos,
acompañada con ligera escolta
de platillos hermosos, cuyo objeto
es mover suavemente los sentidos,
y abrir el apetito casi muerto.
Con pompa y majestad, tras de la sopa
una podrida olla va viniendo,
do deben descubrirse confundidos
la gallina, el chorizo y el carnero,
el jamón y la vaca entre el garbanzo,
acompañados de tocino fresco".

-De segundo- continuó don Quijote- útiles serán unos duelos y quebrantos, que para quién lo ignore, son unos huevos fritos con chacinas de cerdo y sesos, manjar de pobres para pesar de los ricos-.
-Todo ello- continuó- que sea regado con un buen vino de la tierra.

De todo tomó buena nota Maritornes y puntualmente nos lo fue sirviendo. Don Quijote comía frugalmente, pero el bueno de Sancho no tuvo ni un momento la boca vacía en toda la cena. Una vez terminada esta, pedí la cuenta. Vino el posadero y pidió diez maravedíes y la voluntad. Con presteza, saqué mi tarjeta visa y se la entregué. Nunca podré olvidar los ojos desorbitados del ventero al ver que en lugar de monedas le entregaba un trozo de un material extraño para Él. Me exigió a voces el pago, en el mismo tono yo le contesté que se cobrara. Don Quijote, viendo la que nos venia encima desapareció raudo y Sancho y yo nos quedamos a merced de un grupo de haraganes que el ventero llamó en su ayuda. Y dicho y hecho, nos sujetaron entre todos y a Sancho en una manta y a mí en otra comenzó el manteo.

El sueño terminó cuando me caí de la cama con los impulsos del manteo. Y termino con Freud, que también sostenía que todo sueño es una realización de un deseo. Estoy de acuerdo, nada deseaba más que compartir un rato con don Quijote y Sancho.

Quedar en paz











miércoles, 23 de noviembre de 2016

Falcó. Un nuevo antiheroe

Estimado lector-a,

Hoy voy a comentarte la última novela de Arturo Pérez Reverte, su título, Falcó. El protagonista, Lorenzo Falcó, es un espía con pocos escrúpulos que desarrolla su trabajo en la convulsa Europa de los años treinta y cuarenta del siglo pasado. Al servicio de los llamados nacionales en la Guerra Civil Española, recibe en Salamanca el encargo de liberar al líder de la Falange José Antonio Primo de Rivera, prisionero en la cárcel de Alicante. Junto a varios falangistas de la cercana Cartagena, se ocupa de preparar el desembarco de las tropas especiales encargadas de la misión, que se producirá en la alicantina playa de los Arenales, en la novela citada erróneamente como el Arenal (ya sabes que la mejor manera de conocer los errores de una historia es conocerla de primera mano).

Lo curioso para mí del argumento de esta novela es que se desarrolla en una zona, la antigua cárcel de José Antonio, muy cercana a la casa donde nací. Durante mi niñez escuché las historias que, sobre lo ocurrido en esa época, contaban los habitantes de las pequeñas casas de una sola planta ubicadas justo enfrente de esa cárcel. Y resulta sorprendente que esos testigos, hicieran mención entonces de un intento de liberación abortado por las tropas republicanas.

Pérez-Reverte entrelaza magistralmente realidad y ficción en esta historia protagonizada por un nuevo y fascinante personaje, comparable a los más destacados espías y aventureros de la literatura. Creo que estamos ante un nuevo Capitán Alatriste y estoy seguro de que esta no va a ser la última novela protagonizada por Lorenzo Falcó. Si quieres mi opinión, esta novela no está a la altura de la última de este autor, Hombres Buenos, (puedes ver mi comentario en este blog), pero merece la pena pasar un rato leyéndola, porque al fin y al cabo nos habla de una parte de nuestra historia que, aunque a ningún español nos enorgullece, sucedió y tenemos mucho que aprender de ella.

Quedar en paz



lunes, 21 de noviembre de 2016

Charlas entre aromas de café

Querido lector-a,

Últimamente estoy redescubriendo el placer de una charla ante un café humeante. Durante estos últimos años, para mí el café solo era un brebaje que me tomaba por las mañanas delante de la encimera de mi cocina, pensando en las mil y una cosas, en los mil y un problemas a los que me tenía que enfrentar cada día.

Pues bien, gracias a alguien que ha reaparecido en mi vida este año, he vuelto a disfrutar de este placer que nunca debería haber abandonado. Es curioso, la cantidad de pequeños placeres que vamos abandonando con los años, sin darnos cuenta que con ellos se va yendo una parte de nuestra calidad de vida y, por ende, nuestra felicidad. ¿Quién no ha abandonado alguna vez algo que le hacía feliz?. Y no estoy hablando de grandes cosas, que va, hablo de pequeños placeres, un partido de cualquier cosa a quien le guste el deporte, un paseo después del trabajo, una cervecita en un bar de los de toda la vida y tantas cosas.

Nuestra excusa siempre es la misma, el maldito tiempo. En mi caso, además de la evidente falta de tiempo, el problema también ha sido esas ganas exacerbadas que te entran después de un día oyendo idioteces por todos lados, de llegar a casa y aislarte de tanta estupidez. Pues eso es un error, porque el mejor antídoto contra la idiotez ajena es una buena charla con alguien que te habla mirándote a los ojos. Y si además tienes la suerte de que entre esa persona y tu se establezca un vinculo de entendimiento, entonces ya es la leche(con perdón).

Pues nada querido lector-a, hoy esta breve entrada se resume pronto, vamos a darle al café en buena compañía, eso sí en mi caso descafeinado que la salud no está para tirar cohetes.

Quedar en paz



martes, 15 de noviembre de 2016

Rezar por Miguel Ángel

Estimado lector-a,

Acabo de concluir la lectura de "Rezar por Miguel Ángel", la segunda novela de la trilogía que sobre el Renacimiento está elaborando Christian Gálvez. Si la primera, dedicada a Leonardo da Vinci, me gustó mucho, esta casi te puedo asegurar que me ha gustado más. Te hago un resumen del argumento y te sigo comentando:

"Europa, siglo XVI. El descubrimiento de un nuevo mundo pone en evidencia a las Sagradas Escrituras. Nuevas tierras y razas que no aparecen en la Biblia tambalean los cimientos del cristianismo mientras Martín Lutero se enfrenta a la Santa Sede y provoca un cisma con terribles daños colaterales. La Florencia de los Médici verá partir a un joven Michelangelo Buonarroti, llamado por los Estados Vaticanos, donde alcanzará la gloria en la Ciudad Eterna. Mediante cincel, pigmento y carácter creará su propia leyenda mientras el mundo conocido no volverá a ser el mismo. Mientras, al otro lado del Mediterráneo, el hijo de Juana I y Felipe el Hermoso accederá al trono de España y se convertirá en el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, lo que supondrá un gran problema para la Francia de Francisco I y la Roma de Clemente VII. Michelangelo Buonarroti creará. Carlos V destruirá. Clemente VII rezará. Y la Iglesia Católica cambiará para siempre."

Esta novela nos deja páginas inolvidables en las que intervienen, junto a Michelangelo Buonarroti , genios fundamentales en la historia, como Copérnico, Rafael, Maquiavelo y su eterno admirado enemigo, Leonardo da Vinci.

Resulta muy curiosa la conspiración, a la que alude el autor, de Lorenzo de Medici contra el papa Alejandro VI, en venganza por el atentado sufrido por el florentino e instigado desde Roma. Por cierto, corrió el rumor en la época que el Medici escapó lanzándose desde la cúpula de la catedral con unas alas construidas por Leonardo da Vinci. La venganza fue sutil y tremendamente inteligente. El Medici como signo de buena voluntad envió al papa a sus mejores artistas para que decoraran la capilla Sixtina. Lo que no imaginaba el pontífice es que los artistas tenían instrucciones de representar en sus obras algunas de las mas perseguidas herejías de la época. El mismo  Michelangelo Buonarroti plasmó varias en la bóveda de la capilla. Por ejemplo representó como centro del universo al Sol y no a la Tierra y, algo todavía más sutil, pintó a Adán con ombligo, como mensaje de que no había sido el primer hombre en la Tierra.

También se hace mención en la novela a la historia que rodea a la creación de la estatua de David. En 1463 las autoridades florentinas encargaron al escultor Agostino di Ducio una gran estatua que debía colocarse en los contrafuertes de la catedral. El artista acudió a las canteras de Carrara(todo el mármol que utilizó nuestro protagonista era de estas canteras) y adquirió un enorme bloque de mármol. Pero después de empezar la obra se sintió incapaz de realizarla. El bloque de mármol permaneció en un almacén cuarenta años hasta que Miguel Ángel aseguró que era capaz de realizar la obra. Meses después presentó al mundo su maravilloso David. Cuando le preguntaron cómo había estado tan seguro de poder hacerlo. Contestó que esculpir era sola quitar de un bloque el mármol que sobra para sacar al exterior la figura contenida en su interior. Bonita alegoría, ¿verdad?.

Pues termino, no sin recomendar la lectura de este libro. Merece la pena sumergirse de su mano en el Renacimiento.

Quedar en paz


viernes, 11 de noviembre de 2016

De mis soledades

Querido lector-a,

Se ha escrito mucho sobre la soledad. Tal vez sea porque una buena forma de combatir un problema es escribir sobre él. Y sí, no tengo duda, para mí la soledad es un problema de los más graves que aquejan al mundo moderno. Cada día somos más los que estamos permanentemente conectados a cualquier otra persona, se encuentre donde se encuentre. Las tan manidas redes sociales nos permiten saber lo que hacen en cada momento nuestros amigos y hasta los que no lo son. Pero, ¿de verdad esta conectividad casi salvaje nos permite no sentirnos solos?. Me temo que no. Hace unos días leí una encuesta que vaticinaba que en un futuro muy cercano, una de cada tres personas vivirá sola. Creo que esto puede ir incluso contra la propia naturaleza del ser humano, un animal claramente gregario.

Está claro que el primer paso para resolver un problema es reconocer que existe. Y aquí chocamos con esos que se declaran solitarios por elección. Pues mira, yo creo que eso es una pose. Los únicos que elegían la soledad eran los eremitas y nunca por el placer de estar solos, si no para conseguir la salvación de su alma. Por lo tanto vamos a dejarnos de tonterías y a llamar a las cosas por su nombre. Tengo muy claro que muchas soledades no son producto de la casualidad, si no que son fruto de una vida llena de dificultades. Vienen a mi memoria esos niños acosados que ahora, por fin, son tenidos en cuenta y que, en muchos casos, se terminan convirtiendo en adultos solitarios. En general cualquier ser humano distinto, ya sea por motivos sexuales, ideológicos, físicos o cualquier otra causa, es un firme candidatos a la soledad.

Creo que todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido solos. Y sin duda la peor soledad y la más frecuente es la que se vive rodeado de gente. ¿Quién no ha sentido alguna vez la cercanía física de muchas personas y la lejanía espiritual de esas mismas personas?. Es muy duro por ejemplo sentirse solo ante un problema grave y ser consciente de que, o lo resuelves tu, o te terminará venciendo. Durísima también la soledad que siente un enfermo en un hospital rodeado de extraños que, centrados en su trabajo, no se dan cuenta que tumbado en la mesa de operaciones de un quirófano o en la cama de una U.V.I. hay un ser humano que sufre una gélida soledad.

Muchas veces me pregunto cuál es la mejor forma de combatir la soledad. Lo tengo claro, todo lo que no sea relacionarse con los demás, son paños calientes. Te puedes refugiar en una pasión, (en mi caso ya sabes, mis libros), o tratar de auto convencerte de que solo estás mejor. Todo inútil, llega un momento en que la soledad se te clava en el alma.

Por lo tanto, hoy mi mensaje es claro, " solitarios del mundo, salir a la calle y buscar alguien con quién compartir cosas, momentos, vivencias".

Siento de verdad que mi escrito de hoy trate un tema tan amargo como este. No sé, tal vez a veces el miedo a sentirte solo te saca estas elucubraciones.

Quedar en paz y espero que bien acompañados



miércoles, 2 de noviembre de 2016

Arte y propaganda

Estimado lector-a,

Hace unos días estuve leyendo un estudio realizado por el Centro superior de Investigaciones Científicas sobre el significado de las casi 10.000 leyendas epigráficas que adornan la Alhambra. Siempre se ha creído que la inmensa mayoría de esos signos eran simplemente versículos del Corán. Pues no, ahora resulta que nuestra amada Alhambra es un enorme y bellísimo instrumento de propaganda de los distintos reyes que la construyeron y habitaron. Al parecer, la mayoría de las frases son simplemente loas y agasajos que hacían los artistas a sus mecenas. Por cierto, no solo se han estudiado los signos más a la vista si no que se ha logrado encontrar inscripciones en estancias subterráneas, peldaños e incluso material de derrumbe apilado durante siglos. No hemos de olvidar que la Alhambra estuvo abandonada y habitada por mendigos hasta muy entrado el siglo XIX. En estas ruinas se desarrolla el libro de cuentos de Washington Irving (1783-1859), considerado como "patriarca de la literatura americana" y "el mejor escritor de habla inglesa de su tiempo". Tuvo el privilegio de vivir en la Alhambra mientras escribía el libro Cuentos de la Alhambra. Después de recoger todas las leyendas de los habitantes de la Alhambra, y tras investigar en los archivos de la Biblioteca universitaria granadina, desarrolló un género de novela fantástica de imprescindible lectura. Washington Irving es tan querido y recordado en Granada que goza de una placa junto a la Puerta de la Justicia. Además, una parte de los palacios tiene el nombre de Habitaciones de Washington Irving por ser allí donde residió (donde también encontramos una placa conmemorativa). Si no has leído este libro, te recomiendo encarecidamente que lo hagas.

Siguiendo con el asunto del título de mi artículo de hoy, no siempre la propaganda contenida en las obras de arte enaltecen a quién las encarga al artista o simplemente a su mecenas. Dos ejemplos de, para mi gusto, dos de los más grandes artistas de todos los tiempos: Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel Buonarrotti.
En dos obras religiosa muy reconocidas de estos artistas aparecen mensajes que van en contra de la Iglesia y de muchas de sus enseñanzas de entonces. Leonardo, en su Última Cena, da a entender que no todos los discípulos de Jesús que aparecen son hombres, dando un protagonismo en la obra a María Magdalena(esta es la trama de la novela de Dan Brown "El Código da Vinci").
Por su parte, Miguel Ángel, en la bóveda de la Capilla Sixtina, lanza entre otros dos mensajes más que evidentes, En primer lugar sitúa al sol en el centro del universo, no olvidemos que poco después Galileo fue quemado en la hoguera por afirmar lo mismo, eso sí no lo adornó tanto. Así mismo en el Nacimiento de Eva, pinta a Adán con ombligo, lo cual quiere decir que para el pintos Adán no fue el primer hombre(mira por donde la Arqueología actual le está dando la razón).

Y ejemplos como estos hay cientos. Parece que muchos artistas no han seguido aquel refrán que dice: " no muerdas la mano que te da de comer".

Quedar en paz