Estimado lector-a,
Estos días en los que mucha gente emprende algún viaje dispuestos a tener nuevas experiencias para recordar el resto de sus días, me ha venido el recuerdo de otra aventura de mi amigo Juanito. ¿Recuerdas al protagonista de mi artículo titulado "El ignorante orgulloso de serlo"?. Te cuento:
Juanito, tal y como dice una amiga común, a pesar de ser como es, de tonto no tiene un pelo. Hace un tiempo le seleccionaron para realizar un trabajo de investigación nada menos que en las cataratas del Iguazú. Lejos de entusiasmarse con el asunto, me confesó que estaba muy preocupado porque seguro que ahí no había cobertura de internet y no iba a ver durante mas de un mes sus series friquis favoritas. Lo de friquis no lo dijo Él, lo digo yo. A pesar del enorme drama de tener que estar desconectado, y como la fuerza ahorca, Juanito tuvo que emprender por fin su aventura. El día antes, me llamó para pedirme que le acompañara al aeropuerto, porque había preguntado el precio de un taxi y le salía por un pico. La verdad es que preferí no decir nada y acompañar a mi esplendido amigo.
Un par de meses después, Juanito me llamó exultante para decirme que ya estaba de nuevo en España . Cuando le pregunté cómo le había ido, me contestó con un escueto-bien- y colgó. El siguiente fin de semana, organicé una comida en mi casa para ver si conseguía sacar a Juanito de su mutismo y que nos contara todo lo que había visto durante su maravilloso viaje. Nos sentamos un grupo de amigos a la mesa y todas las cabezas se volvieron hacia Juanito que, en ese momento, devoraba un plato de gamba. Le dije: - Bueno Juanito, yo creo que nos deberías contar algo de tu viaje, nos tienes en ascuas.- Juanito levantó la cabeza, dibujó en su cara esa sonrisa ratonil típica en Él, y contestó: - Había mucha agua-. Y sin añadir una palabra mas, siguió comiéndose mis gambas.
Pues sabes, querido lector-a, eso mismo le pasa a mucha gente, que cuando viaja mira pero no ve. Alguna veces, en mis visitas a museos, me he encontrado turistas repantigados en los bancos y con una cara de aburrimiento de no te menees. Ese reto lo tenemos con los jóvenes. Debemos enseñarles a contemplar su entorno con mirada crítica y a disfrutar de todo lo que les rodea, porque cuando lleguen a la edad de Juanito sin saber mirar, difícilmente vamos a poder explicarles cosas como que en las cataratas del Iguazú además de agua hay mucho más.
Pues aquí lo dejo, no sin prometer que seguiré contándote mas anécdotas del bueno de Juanito.
Quedar en paz
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