domingo, 28 de agosto de 2016

Lo normal

Querido lector-a,

Hace unos días viví una anécdota que me ha hecho reflexionar mucho sobre mi concepto de lo que es normal y de lo que no lo es. Me explico:

Antes de nada y por si no me conoces personalmente, te he de decir que soy minusválido y solo puedo hacer uso de mi mano izquierda. Hace unos días entré a desayunar en una cafetería y pedí, como todas mis mañanas desde hace años, una tostada de aceite acompañada de un buen café, eso sí, descafeinado, que mi mala salud de hierro no está para muchos dispendios. La camarera me sirvió la tostada sin aceite y con un gesto me indicó una botella del oro liquido situada en mi mesa para que me sirviera yo mismo, con tan mala suerte que la dichosa botellita estaba precintada. Cuando me volví para llamar a la camarera, una Señora que desayunaba con una amiga en la mesa de al lado, se levantó y muy solícita se ofreció a abrirme la botella. Después de abierta, me levanté y le di las gracias acompañadas de una leve inclinación de cabeza. Cuando mi solícita vecina de mesa regresó a la suya oí que le decía a su amiga: -Que señor mas educado, hay que ver que pocos hombres quedan así-. En ese momento me di cuenta que acababan de suceder dos cosas que en estos tiempos en que vivimos no son normales, a saber, la primera es que no es normal encontrar a una persona que sin pensárselo siquiera ayude a quien lo necesita, y la segunda es que por lo visto agradecer a una señora con un gesto amable un favor tampoco es normal. Lo normal es dejar a cada uno que se apañe como sea y responder apenas con un gruñido e incluso no responder ante cualquier favor recibido.

Últimamente se está planteando un debate sobre si es correcto o no que los hombres tengamos determinadas atenciones con las mujeres, tantos con las de nuestro entorno o las perfectamente desconocidas. Reconozco que yo soy de los que no pasan por una puerta delante de una mujer aunque me empujen, también procuro siempre pagar la cuenta en los restaurantes, eso sí haciéndome el tonto ante las protesta de mis compañeras de comida. Qué le vamos a hacer, a mí me han educado así, nadie es perfecto.

De todas formas hay algunas cosas que a pesar de resultar normales para mi, reconozco que ya no lo son. Sé que no es normal mantener y disfrutar una conversación entre amigos, de esas de toda la vida, con el café humeando delante o la cerveza fría llorando sobre la mesa. Lo normal es pasarse horas escribiendo en el whassat mientras ojeas el Facebook, miras las fotos de instagram o tuiteas alguna idiotez.

No es normal preocuparse por los problemas de la gente que te rodea y ofrecerles tu ayuda si entiendes que la necesitan. Lo normal es encogerte de hombros cuando te cuentan que uno de tus amigos ha perdido su trabajo o está enfermo.

Tampoco es normal tratar con educación a las personas que todos los días te prestan sus servicios, desde el camarero que te sirve el desayuno, la cajera del supermercado, el sanitario que vela por tu salud y tantos otros profesionales que nos ayudan cada día. Te aseguro que cuesta muy poco pronunciar una frase amable o esbozar una sonrisa.

La verdad es que un simple gesto amable de una desconocida me ha hecho pensar mucho. No se, creo que esto mío empieza a no ser normal, porque esa es otra cosa que cada día es menos normal, pensar y sobre todo usar la imaginación. y así nos va.

Pues ese va a ser mi mensaje, vamos a tratar entre todos de que pensar sea normal y antes de hacer nada, reflexionemos sobre las consecuencias de nuestros actos.

Quedar en paz






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