sábado, 18 de junio de 2016

El Viajero de la Alcarria

Estimado lector-a,

Este año se cumple el centenario del nacimiento del, a mi juicio, uno de los tres mejores escritores en lengua castellana del siglo XX, Don Camilo José Cela. Al mismo tiempo se cumplen también setenta años desde que el ilustre premio nobel se echara a los caminos de la Alcarria, buscando las aventuras y vivencias que después provocaron la publicación de uno de sus mejores libros, Viaje a la Alcarria. 
Desde que tuve la suerte de leer a Cela por primera vez, empecé a intuir que la literatura no es un arte en el que se persigue solo la belleza, si no que muchas veces, se convierte en un crisol de tipos y costumbres de la sociedad en que le toca vivir al autor. La literatura de Don Camilo es un cuadro expresionista en el que los personajes mas variopintos se asoman a las cuartillas del escritor. Y el Viaje a la Alcarria es un buen ejemplo de ello. La Alcarria que Cela visitó es la España rural de los sesenta, en la que las modernidades que poco a poco estaban empezando a llegar a las ciudades ni siquiera habían asomado por allí. Te transcribo unos párrafos que Cela dedica a la Alcarria:

" La Alcarria es un hermoso país al que la gente no le da la gana de ir. Yo anduve por él unos días y me gustó. Es muy variado, y menos miel, que la compran los acaparadores, tiene de todo: trigo, patatas, cabras, olivos, tomates y caza. La gente me pareció buena; hablan un castellano magnífico y con buen acento y aunque no sabían mucho a lo que iba, me trataron bien y me dieron de comer, a veces con escasez, pero siempre con cariño."

La narración en tercera persona diferencia a este texto del tono tradicional de los relatos de viajes, en que siempre habla el protagonista. El Autor en repetidas ocasiones escribió que el Viaje a la Alcarria era solo eso, un libro de viaje, pero te aseguro que yo nunca he leído ninguno con el lirismo y el lenguaje depurado de este, por lo que para mí es una maravillosa novela de aventuras, y que me perdone Don Camilo esté donde esté.
Como curiosidad, te diré que este libro en su primera edición, fue editado por la Revista de Occidente, tiene 232 páginas y 44 fotografías de Karl Wlasak. La encuadernación es en rústica y el precio 65 pesetas. De la lectura del libro se desprende que el viajero hizo el viaje a pie y en solitario, pero la confrontación con las notas de su cuaderno de viaje obliga a matizar estos dos supuestos. Cela tuvo la compañía intermitente de una pareja de fotógrafos austríacos −Karl Wlasak y Conchita Stichaner− que se encargaron de hacer las fotografías que ilustran la primera edición . En fin, como todo el mundo sabe en literatura está permitida alguna licencia poética.

Las fechas que trata el libro lo sitúan en el año 1946. Es una época de miseria, de aislamiento internacional, del estraperlo o mercado negro debido al intervencionismo extralimitado del estado, sobre todo en agricultura . Los resultados fueron muy negativos para la mayor parte del pueblo, sometido al régimen de racionamiento por medio de las llamadas Cartillas o Cupones de Racionamiento que no sólo eran alimenticias sino que también se racionaba desde el tabaco hasta la gasolina. Agricultores y consumidores optaron por los intercambios ilegales, consolidándose así un mercado negro o estraperlo, que llegó a ser de más envergadura que el mercado oficial. Entre 1939 y 1950, el mercado negro comercializó un 56,7 % del trigo, frente a un 43,3 % del mercado oficial. Se generalizó así la figura del estraperlista, algunos de ellos amasaron importantes fortunas, sobre todo los grandes propietarios trigueros, los intermediarios y los propios interventores. Y en este ambiente de pobreza y necesidad es cuando nuestro ilustre académico recorre la Alcarria.
Por cierto, ¿a nadie le ha apetecido alguna vez echarse una mochila a la espalda y tomar camino sin rumbo fijo y sin que te preocupe ni el tiempo ni otra cosa que no sea caminar y caminar?. Te voy a transcribir un párrafo maravilloso que rezuma libertad:
" Poco más adelante, el viajero se sienta a comer en una vaguada, al pie de un olivar. Bebe después un trago de vino, desdobla su manta y se tumba a dormir la siesta, bajo un árbol. Por la carretera pasa, de vez en cuando, alguna bicicleta o algún coche oficial. A lo lejos, sentado a la sombra de un olivo, un pastor canta. Las ovejas están apiñadas inmóviles, muertas de calor. Echado sobre la manta el viajero ve de cerca la vida de los insectos."
Maravilloso, ¿verdad?. Pues nada, en caso de no poder echarse la mochila al hombro como es mi caso, no está de más leer o releer el Viaje a la Alcarria y respirar un poco de aire puro este verano que ya se acerca con sigilo. Por cierto, muchos años después de su viaje, Cela volvió a la Alcarria, pero esta vez en coche blanco descapotable y con una chofer de muy buen ver. Como consecuencia de estas salidas de tono que tanto gustaban al maestro Cela, escribió el Nuevo Viaje a la Alcarria, pero en fin, hay cosas que es mejor dejar ahí y no meneallas.
 
Quedar en paz



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario