domingo, 12 de junio de 2016

El gran timo

Estimado lector-a,

Hace unos días una buena amiga me prestó la última novela de Sonsoles Ónega, "Nosotras que lo quisimos todo". Al hacerlo me dijo que era una novela de chicas. Como sé que me lees querida Amiga, te rectifico, no es una novela de chicas, es una novela que trata un problema de chicas,  pero fíjate, yo creo que está mas dirigido a los chicos que a las chicas, porque al fin y al cabo los que más vamos a aprender con esta novela somos los chicos. Para entrar en materia te reproduzco la sinopsis de este libro:

"Beatriz, directora de Compras en una multinacional de lencería, recibe una irresistible y prometedora oferta profesional. Si no estuviera casada y con dos hijos, habría contestado de inmediato, pero el ascenso implica instalarse en Hong Kong. Beatriz vive agotada, debatiéndose entre trabajar en lo que le gusta y disfrutar de la vida familiar que desea. Dado que su marido, responsable de la cadena de clínicas dentales que heredó de su padre, no estará dispuesto a seguirla a Hong Kong, Beatriz comienza una investigación sobre la conciliación de la vida personal y laboral como medio para ser capaz de tomar una decisión. ¿Por qué elegir A o B? ¡Existe un plan C!"

El subtitulo de esta novela de Sonsoles Ónega es: " una novela sobre el timo de la mujer trabajadora". Y esto lo dice casi todo de esta historia. Trata del enorme timo que ha sufrido esa generación de mujeres que se rebelaron ante la idea de vivir la misma vida de sus madres. Ya sabes, casarse, tener hijos y cuidar de su casa, de su marido y de sus hijos. Ser al mismo tiempo cocinera, limpiadora, niñera, organizadora y después de una jornada agotadora, aguantar a un marido que está mas cansado que nadie y lo primero que hace cuando llega a casa es tumbarse en el sofá. Ellas estudiaron una carrera, trabajaron duro para situarse profesionalmente, para al final llegar a la conclusión de que tienen las mismas obligaciones que sus madres pero incrementadas con las de su trabajo. Sus maridos son un poco más colaboradores que sus padres, pero ojo, no demasiado más. Y este precisamente es el mensaje que debemos captar los hombres. Nuestro labor en el hogar no debe ser colaborar, eso que algunos traducen en hacer lo que te mandan y si no te mandan nada, mejor. Debemos colocarnos al mismo nivel que la mujer en obligaciones y asumir el cuidado del hogar, de los niños o de nuestros mayores, según cada caso, a la limón. Se acabó eso de que la mujer tenga que organizarlo todo. Nadie es menos hombre por poner una lavadora o un lavavajillas, o por fregar el suelo. Recuerdo que hace años, el Instituto de la Mujer, emitió un anuncio en el que aparecía un hombre limpiando concienzudamente su coche. Al final una voz en off preguntaba:" si sabes limpiar tu coche, ¿por qué no haces lo mismo en tu casa?." Pues eso a arrimar el hombro colegas, a ver si entre todos acabamos de verdad con la lacra del machismo.

Hay otra cosa que también me ha llamado la atención en esta novela. Hace un montón de años que los políticos están hablando de la conciliación entre el trabajo y la vida familiar. Lo indignante es que cada vez que hablan de ello (ojo, solo hablan, porque hacer lo que se dice hacer, no hacen nada), se refieren a la conciliación del trabajo de la mujer, como si la organización de la familia debiera recaer sólo en ella. Otra injusticia mas. En España las empresas tienen un concepto equivocado del trabajo. Aquí se valora más a un empleado por las horas que dedica a su trabajo. Eso sí, a nadie se le ocurre comprobar si tantas horas sirven de verdad para aumentar la productividad o no. En muchos países europeos, no se permite permanecer en las empresas a partir de las cinco de la tarde y se considera que si un trabajador no es capaz, en las horas que tiene asignadas, de sacar adelante su trabajo, no es válido. Vamos que eso de pasarse horas calentando el sillón de la oficina no sirve para nada. Conciliar, es precisamente eso, trabajar y al mismo tiempo tener unas horas para dedicárselo a los tuyos o ¿por qué no?, a ti mismo. Por lo tanto basta de hablar de conciliación y más actuar a nivel de una racionalización de los horarios.

Y por último, un mensaje para las chicas. Poned a trabajar a vuestros chicos y al que no haga nada, patada en el culo y punto. Perdón por la grosería pero creo que no hay receta mejor contra la vaguería masculina,,,,,,

Quedar en paz


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