Estimado lector-a,
Hoy he estado ojeando una novela que leí por primera vez hace nada menos que cuarenta y dos años, su título, " Las sandalias del pescador" de Morris West. Recuerdo con tanta exactitud la fecha porque este libro me lo regaló uno de mis maestros de literatura(ojo, he escrito maestro, no profesor, la diferencia es evidente). Don Antonio, mi maestro, al regalármelo me dijo que estaba seguro que a pesar de mi edad entonces(por Dios, quince añitos), este libro se iba a convertir en uno de mis preferidos, y así ha sido. Recuerdo que aquella tarde, nada mas llegar a casa, me sumergí en la lectura de la novela y desde el principio me absorbió esa trama a mitad de camino entre el thriller y la intriga.
El argumento en cierto modo se revivió años después en la realidad con la proclamación como papa de Juan Pablo II, procedente de Polonia, un país comunista en aquella época. Sin embargo, aparte de esta circunstancia y, a pesar de todo lo que se ha escrito, poco tiene que ver la novela con este hecho histórico. Te resumo el argumento:
Kiril Lakota es un obispo ucraniano condenado a trabajos forzados en una prisión soviética. Es liberado sorpresivamente por el presidente Piotr Ilyich Kamenev, quien había sido su carcelero 20 años atrás, y es enviado al Vaticano como asesor. Al cabo de un tiempo es nombrado cardenal por el papa Pío XIII . El papa fallece repentinamente y los cardenales se reúnen en cónclave para elegir a su sucesor. El obispo Lakota participa en la elección. La televisión estadounidense está representada por George Faber, que seguirá la elección del nuevo Papa día a día.
Dos obispos, el cardenal Leone y el cardenal Rinaldi son los candidatos más posibles. Tras siete vueltas, no se ha conseguido el número de votos necesario, hasta que el cardenal Rinaldi propone al cardenal Kiril Lakota como el nuevo Papa Cirilo I (Kiril es equivalente a Cirilo). Éste acepta a pesar de su falta de confianza en sí mismo. Esa misma noche el nuevo papa, con la complicidad de su secretario privado, Gelasio, sale a recorrer Roma de incógnito. Después de participar en una inesperada extremaunción, regresan al Vaticano.
Mientras se desarrolla la elección del nuevo papa, la situación mundial está al borde de una guerra nuclear, a causa de una disputa entre la Unión Soviética y China con motivo de un embargo comercial emprendido por Estados Unidos hacia China, que ha provocado una hambruna en este país. El presidente chino Peng, ha amenazado con atacar a Estados Unidos y sus aliados, y también a la Unión Soviética, a la que acusa de connivencia con ellos.
El nuevo papa, por invitación del primer ministro soviético Kamenev, viaja a la Unión Soviética para reunirse en privado con el primer ministro y el presidente chino, para discutir la peligrosa crisis. Allí se da cuenta de la seriedad de la situación y pide tiempo para consultar al Colegio cardenalicio, sobre la propuesta que desea hacer. La respuesta de la mayoría de los cardenales es negativa. El papa decide entonces imponer su autoridad espiritual y su jerarquía para tratar de convencer a las potencias occidentales y a todos los católicos del mundo.
El día de su coronación, Cirilo I, frente a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, se quita la tiara papal en un gesto de humildad y anuncia al mundo la enajenación de todos los bienes materiales de la Iglesia católica con el objetivo de paliar la hambruna del pueblo chino. Su decisión es aclamada en todo el mundo.
Durante todo el transcurso de su elección, Cirilo I traba amistad con el teólogo y hombre de ciencia, el padre David Telemond, quien le expone sus teorías heterodoxas en contraposición con la forma tradicional de exposición de los Dogmas de la Iglesia católica apostólica romana. Sin embargo, a pesar de su afecto y simpatía por el padre Telemond, Cirilo I autoriza la censura de las obras del padre Telemond por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe(nombre actual de la antigua inquisición). Para pesar del papa, el padre Telemond muere poco después. Se piensa que el personaje del padre David Telemond representa al filósofo jesuita Pierre Teilhard de Chardin, varias de cuyas concepciones ejercieron profunda influencia en los círculos intelectuales católicos de las décadas de 1950 y 1960, incluyendo en el Concilio Vaticano II.
Si vemos con detenimiento el argumento(eso sí, mejor leer la novela), nos damos perfecta cuenta de que está mas de acuerdo con las enormes expectativas que está generando el papado del Papa Francisco, que con los tibios cambios que se produjeron durante el papado de Juan Pablo II. Cuando oigo al actual Papa, no dejo de acordarme del personaje de esta novela. La pena es que las enormes presiones a las que son sometidos los papas les impidan tomar las medidas que sin duda Jesús tomaría si volviera a este mundo. Lo curioso es que la temática de esta novela está de rabiosa actualidad. El debate de la tremenda contradicción entre esa iglesia que combate el hambre en el mundo y esa otra que posee una enorme fortuna patrimonial y empresarial, está plenamente en vigor. No voy a entrar en esas disquisiciones casi filosóficas a veces, ya sabes, que si el patrimonio artístico en invendible, que si la enajenación de bienes no acabaría con el hambre en el mundo, etc, etc,,,. Lo que tengo claro es que instituciones como la iglesia, de la que me considero parte, debería plantearse que lo primero y fundamental, además de predicar, es dar ejemplo. En fin, lo dejo ahí y cada cual que opine. Mi misión con este escrito evidentemente no es mover conciencias(si lo consigo estupendo), si no recordarte que esta novela existe y merece la pena leerla si no la conoces, o releerla si ya lo hiciste.
Quedar en paz
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