Querido lector-a,
Hace unos días encontré en mi biblioteca un ejemplar curioso. Es una especie de diario de Howard Carter, el descubridor de la tumba de Tutankhamon en 1922, en el que detalla minuciosamente los pormenores de dicho descubrimiento. Este libro lo encontré hace años en una librería de viejo, maravillosos lugares en los que he encontrado mis libros más queridos. Ojeando sus páginas he recordado que en la época del descubrimiento se habló mucho de la supuesta maldición que perseguía a todo aquel que hubiera entrado en la tumba.
En realidad alrededor de este faraón ha habido siempre una aureola de misterio, a pesar de su poca importancia histórica ya que murió muy joven y, al parecer, su ascenso al trono se produjo de una forma muy accidentada. Recordarás, que en uno de mis anteriores artículos te hable de una pareja real que trastocó las antiguas creencias religiosas del imperio de las dos tierras, Akenaton y su esposa Nefertiti. Pues bien, cuando el general Horember instigado por los sacerdotes de Amon acabó con el reinado y la vida de la pareja real, se encontró con que no existía ningún heredero al trono. Después de muchos avatares, decidieron nombrar rey al esposo de una de las hijas de Akenaton y Nefertiti, Ankhesenpatón, que subió al trono con el nombre de Tutankhamon. Hasta aquí una mas de las muchas vicisitudes políticas del longevo reino Egipcio. Lo realmente importante del descubrimiento de la tumba de Tutankhamon no fue, como erróneamente se ha creído, que la tumba estuviera totalmente intacta. En realidad Carter alude a una intrusión de ladrones de tumbas que debió ser abortada antes de que llegaran a la cámara funeraria y se produjera la profanación del sarcófago real. Esto es lo que hace especial este descubrimiento, que la cámara real se encontró tal y como la dejaron los sacerdotes que enterraron al faraón hace más de 3.000 años.
Siguiendo con la maldición, su origen está en una afirmación de la escritora Marie Corelli, que dijo poseer un antiguo texto árabe que avisaba de las nefastas consecuencias que esperaban a quienes entraran allí. También contribuyó a alimentar la polémica nada menos que Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlok Holmes , que ante la muerte de Lord Carnavon, promotor del descubrimiento, días después de abrirse la tumba, afirmó creer firmemente en la maldición. En menos de un año murieron también tres personas más que estaban presentes el día de la apertura de la cámara funeraria. Esto a simple vista parece que ampara la teoría de la maldición, pero si tenemos en cuenta que en la apertura estuvieron presentes veinte personas y que, en los días siguientes, la visitaron todos los arqueólogos presentes en ese momento en Egipto, incluso Carter se refiere a la visita de la entonces reina de Bélgica y su heredero, pues la verdad es que tampoco parece que haya motivo para escribir un guión tipo Hollywood y estrenar una película taquillera. Además, se ha realizado un estudio sobre la media de edad a la que fallecieron esos afortunados testigos del maravilloso hallazgo y, al parecer está en unos 70 años. Teniendo en cuenta que estamos hablando de hace casi un siglo y de que se trata en su mayoría de personas que llevaron vidas llenas de peligros y aventuras, pues no parece que exista maldición alguna.
Siento querido lector-a chafarte el misterio, eso sí, si tu prefieres seguir pensando que hubo maldición, pues nada da rienda suelta a tu imaginación y disfruta.
Quedar en paz
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