Esta palabreja que titula mi escrito de hoy merece pasar a figurar en el diccionario de la Real Academia. Su definición sería:
" Dícese de la soledad que se siente delante de un ordenador, teléfono o tableta mientras se navega por una red social."
Cuantas horas dedicamos a ver lo que los demás hacen, los sitios que visitan, las comidas que ingieren y hasta los kilómetros que recorren en bici. Qué pena que en lugar de mirar no nos preocupemos más por hacer, por hablar con los demás, por disfrutar de los muchos placeres que podemos gozar en compañía. Y si somos de los que publicamos, interaccionamos e incluso tenemos conversaciones telegráficas con nuestros "amigos", la cosa no es tan grave. Lo realmente preocupante son aquellos que pasan horas y horas mirando páginas sin reaccionar ante ninguna. Qué duro será el momento en que sean conscientes de su terrible soledad.
He leído un ensayo de Stephen Marche en el que defiende esta tesis. “Vivimos en una acelerada contradicción: cuanto más conectados, más solos estamos”, señala Marche. El autor apunta a la paradoja de que las redes sociales podrían estar contribuyendo al aislamiento que querían conquistar, y explica por qué. Entre otras cosas: es la calidad y no la cantidad de interacciones con otros lo que importa. Por otra parte, la soledad es un estado psicológico, independiente de las condiciones de fuera.
El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, ha ganado 50,000,000,000$ con su empresa, centrándose en nuestro miedo a la soledad, eso es Facebook”, esta es la reflexión sobre el rol de las redes sociales en la vida moderna del sociólogo Z. Bauman. “Nunca en la historia humana hubo tanta comunicación como hoy pero esta comunicación no desemboca en el diálogo, que es el desafío cultural más importante de nuestro tiempo. Nadie realmente habla. En Facebook jamás puede suceder que alguien se sienta rechazado o excluido. Siempre, veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, habrá alguien dispuesto a recibir un mensaje o a responderlo”
Creo que no debemos demonizar las redes sociales, lo importante es darles el papel de medios de comunicación que tienen. Lo que no debemos permitir es que se conviertan en el salón de nuestra casa, ese lugar en el que nos encontramos a gusto, protegidos y rodeados por la gente que queremos. Te propongo una cosa querido lector-a : ¿que te parece si tu dejas de leer y yo de escribir, nos levantamos y nos damos un buen paseo para disfrutar de todo lo bueno que nos rodea?. Por mi parte, hecho, ya acabo,,,,,,
Quedar en paz